“¿Otra foto?”, dijo Claudia -que acababa de ser detenida al estar acusada de robar un celular- con una sonrisa dibujada en su rostro, a un chico que trataba de sacarse una selfie con ella. En la vereda del frente, un joven gritaba desaforado: “¡andá a laburar, atorranta, dejá de robar!”. En medio de la bizarra y dantesca escena, más de 10 uniformados custodiaban a la sospechosa para que no fuera linchada por las casi 30 personas que se agruparon en la peatonal Mendoza al 600.

El martes, pasadas las 21.30, una joven gritó que alguien le había sustraído el celular. La víctima identificó a la supuesta ladrona y comenzó a señalarla. Hubo un revuelo y la sospechosa intentó huir, pero fue demorada y después atrapada por personal de Guardia Urbana.

Los tucumanos se comenzaron a agolpar y a gritar. “No la detengan, déjennos que le peguemos para que no vuelva a robar más”, gritó Carlos -no quiso dar a conocer su apellido- mecánico que había decidido salir a pasear con su novia. “Estamos hartos que estas sucias (sic) se aprovechen de la gente trabajadora. Hay que castigarlas públicamente para que no vuelvan a hacer lo mismo. Mañana volverá a estar libre”, agregó.

Con el correr de los minutos, Claudia se transformó en una especie de espectáculo. Por un lado, estaban todos aquellos que querían hacer justicia por mano propia y aplaudían cuando la policía que la custodiaba le ajustaba las esposas o la empujaba para que se llamara al silencio. Por el otro, un grupo de jóvenes y adultos que ajustaban sus celulares para retratar a la detenida.

“Ya mismo le saco una foto y la subo al Facebook para que todos la conozcan”, aseguró María Eugenia Castro, empleada de comercio que aplaudió cuando la uniformada, por pedido de los curiosos, le destapó la cara. Otros fueron más audaces: grabaron videos. “Ya le mando a mis amigas porque no van a creer lo que estoy viendo”, señaló Fernanda, adolescente que aún tenía puesto el delantal del colegio.

“¡Basta! Hijo de puta”, gritó Claudia cuando un joven de gorra roja burló el control policial para arrimarse y sacarle una foto de su rostro. Otro empujón de la uniformada generó una nueva catarata de aplausos. La sospechosa no pudo contenerse, y también pretendió tener cinco segundos de fama al posar con una sonrisa para una selfie que se sacó otro adolescente. “¿Querés más fotos?”, insistió la sospechosa, ya de manera irónica.

El final de esta historia fue tan increíble como su desarrollo. La chica, en medio de los aplausos de los curiosos, fue trasladada en un patrullero a la seccional 1°, donde quedó demorada menos de dos horas, según confiaron fuentes policiales, ya que la víctima, al recuperar su celular, no hizo denuncia.

Preocupación

El comisario René Soria, jefe de Guardia Urbana, está preocupado. “Cada vez son más frecuente este tipo de situaciones por lo que debemos desplazar hombres por la aglomeración de curiosos. Por esta razón, descuidamos otros puntos que pueden ser claves en la ciudad”, explicó.

Soria reconoció que la obligación de la Policía es preservar la integridad física de los sospechosos. “Somos auxiliares de la Justicia y tenemos que, por más que no les guste a varios, cuidarlos para que lleguen a Tribunales a prestar declaración como corresponde. La gente muchas veces eso no lo entiende y a los gritos nos piden que los castiguemos”, comentó.

“Esta situación es preocupante. Se vive un clima social muy complicado, pero la gente tiene que entender que no es la manera correcta”, concluyó